Publicado: 2 de Marzo de 2018 a las 07:50

Me llamo Rocío Gómez, soy Graduada en Psicología por la Universidad de Jaén, con mención en Psicología aplicada al ciclo vital y contextos educativos.

Antes de nada debo señalar que, a pesar del interés que despertaban en mí todos los ámbitos de aplicación de la psicología no fue hasta que descubrí la Neuropsicología cuando encontré mi verdadera vocación. Por ello, continué formándome en este campo a través de la realización del Master Universitario en Neuropsicología de la Universitat Oberta de Catalunya y de diversos cursos.

Cuando uno comienza a estudiar este campo, es la necesidad y la curiosidad por saber la relación entre las estructuras cerebrales y los procesos cognitivos, emocionales y del comportamiento (la relación mente- cerebro básicamente) lo que te anima a seguir, pero no es hasta que se trabaja con las personas y puede ayudarles cuando descubres la verdadera esencia de la Neuropsicología.

Son múltiples las patologías y dificultades que se producen asociadas a un daño cerebral, bien sea congénito, sobrevenido o degenerativo, y suelen ser las dificultades físicas las más visibles, pero cuando uno trabaja, sufre o ha vivido con personas que lo han padecido o lo padecen se da cuenta que no solo son dichas dificultades físicas las que incapacitan a una persona con daño cerebral, sino que también lo son las dificultades emocionales, comportamentales o cognitivas (memoria, orientación, lenguaje, funciones ejecutivas, atención…).

Mi trabajo sigue un proceso “rutinario” de evaluación/ rehabilitación, adaptado obviamente a cada persona. Dicha rutina conlleva un conocimiento previo de la problemática a tratar, una evaluación específica para la identificación de las dificultades cognitivas y una posterior intervención en relación a los resultados obtenidos.

Me entusiasma mi trabajo y por ello sigo formándome día a día para seguir creciendo y poder ayudar a aquellas personas que lo necesiten.


" Los hombres deben saber que el cerebro es el responsable exclusivo de las alegrías, placeres, risa y diversión, y la pena, aflicción, desaliento y las lamentaciones. Y gracias al cerebro, de manera especial, adquirimos sabiduría y conocimientos, y vemos, oímos y sabemos lo que es repugnante y lo que es bello, lo que es malo y lo que es bueno, lo que es dulce y lo que es insípido... Y gracias a este órgano nos volvemos locos y deliramos, y los miedos y terrores nos asaltan... Debemos soportar todo esto cuando el cerebro no está sano... Y en este sentido soy de la opinión de que esta víscera ejerce en el ser humano el mayor poder."

Hipócrates.